Experimentos de la Generación Espontánea y su derrumbamiento




El problema de la generación espontánea Desde la época de Aristóteles la mayoría de los primeros biólogos creía que los seres vivos simples, tales como los gusanos, los insectos, las ranas y las salamandras podían originarse espontáneamente en el polvo o en el cieno, que los roedores se desarrollaban de los granos húmedos y que los piojos de las plantas se condensaban a partir de una gota de rocío. En el siglo XVII, Francesco Redi llevó a cabo un experimento famoso en el que puso carne en descomposición en un grupo de recipientes de boca ancha, algunos con tapas, algunos cubiertos con una tela delgada, y otros abiertos, y demostró que las larvas aparecían solamente donde las moscas podían depositar sus huevos.



 




Ya en el siglo XIX ningún científico continuaba creyendo que los organismos complejos aparecían espontáneamente. Sin embargo, el advenimiento de la microscopia llevó a que se reavivara con fuerza la creencia en la generación espontánea de los organismos muy simples. Solamente era necesario poner sustancias en descomposición en un lugar cálido durante un corto período y las minúsculas “bestias vivas” aparecían bajo la lupa ante los propios ojos. En 1860, la controversia se había vuelto tan fogosa, que la Academia de Ciencias de París ofreció un premio para los experimentos que arrojaran nueva luz sobre el problema. El premio fue reclamado en 1864 por Louis Pasteur, quien ideó experimentos para mostrar que los microorganismos aparecían solamente por causa del aire contaminado, no “espontáneamente” como sostenían sus opositores. En sus experimentos usó matraces con cuello de cisne, que permitían la entrada del oxígeno, que se pensaba era necesario para la vida, mientras en sus cuellos largos y curvados quedaban atrapadas bacterias, esporas de hongos y otros tipos de vida microbiana, impidiéndose así que el contenido de los matraces se contaminara. Pasteur mostró que si se hervía el líquido en el matraz (lo cual mataba a los organismos ya presentes) y se dejaba intacto el cuello del frasco, no aparecería ningún microorganismo. Solamente si se rompía el cuello curvado del matraz, permitiendo que los contaminantes  entraran en el frasco, aparecerían microorganismos (algunos de sus matraces originales, todavía estériles, permanecen en exhibición en el Instituto Pasteur de París). “La Vida es un germen y un germen es Vida”, proclamó Pasteur en una brillante “velada científica” en la  Sorbona, ante lo más selecto de la sociedad parisina. “Nunca la doctrina de la generación espontánea se recuperará del golpe mortal que le asestó este simple experimento”.

 En retrospección, los bien planeados experimentos de Pasteur resultaron tan decisivos, porque el amplio problema  de si la generación espontánea había ocurrido alguna vez o no, se redujo a la cuestión más simple de si ocurría o no bajo las condiciones especificas que se alegaban para ello. Los experimentos de Pasteur, daban respuesta solamente  a este último asunto, pero los resultados eran tan dramáticos que, durante muchos años, muy pocos científicos fueron capaces de vislumbrar la posibilidad de que, en condiciones muy diferentes, cuando la Tierra era muy joven, podría en verdad haber ocurrido alguna forma de “generación espontánea”. El problema acerca del origen de los primeros sistemas vivos quedó sin respuesta hasta bien avanzado el siglo XX.  C


Comentarios

  1. ¿Porque los ratones desafiaron la ley de Mendel?
    La idea de Mendel era que los ratones que tuvieran un gen normal y otro mutante deberían tener un rabo moteado igual que el de el padre y los que tuvieran dos genes normales se esperaría que tuvieran un rabo sin motas. Según el informe los ratones con dos genes normales también tenian un rabo moteado y aunque todavia no esta comprobado del todo se debe a que el gen mutante produce cantidades de moleculas RNA

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  2. y un experimento q no este trillado

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